Los discursos del rey saudita y del Secretario General de la Liga Islámica se pronunciaron “en nombre de Dios misericordioso”, común a todos las religiones monoteístas, ajeno a los budistas, ateos y/o laicos. Como todos los discursos, las palabras desgranadas estaban llenas de maravillosos deseos, bondades infinitas y amor al prójimo desbordante. Los extremismos, vengan de donde vengan, son los que traen el terrorismo y las guerras. Solo dialogando, es decir, dándose la oportunidad de conocerse mutuamente, se vencerán estos odios. ¡Maravilloso, francamente maravilloso!
Vuelvo a casa y compruebo como, tras largos meses de negociaciones, Israel recupera los restos mortales de dos soldados israelíes a cambio de devolver restos mortales de 200 palestinos y otros miembros de la misma facción y sobretodo liberar entre otros a un miembro de Hizbulah condenado por asesinato de niños y adultos. Todo sea por la paz, por tratar de entablar el diálogo que nos lleve a la paz.
Al día siguiente leo la prensa y veo algunos reportajes en la televisión. El dolor y luto de todo Israel al que me uno, por sus muertos contrasta de forma perversa con el recibimiento y los festejos organizados por los palestinos y libaneses al recibir a sus héroes.
¿Esto es diálogo? ¿Así se pone uno en la piel del otro para comprenderlo y encontrar vías de solución? ¿Este es el ejemplo que se les da a los niños palestinos? Matar y asesinar que esto os llevará a la gloria. Seréis aclamados y glorificados. Festejar la liberación de gente que mata a civiles es una victoria rotunda sobre el enemigo, Israel.
Este enemigo que ha tendido la mano y con todo el peligro que ello conlleva liberar a un asesino condenado no solo para recuperar y dar debida sepultura a dos de sus soldados, sino para tender un puente de diálogo.
Hoy leo la prensa que un estudio del Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, organismo dependiente del Ministerio de Educación publica el resultado de una encuesta entre cuyos resultados se dice que más de la mitad de los encuestados no compartiría tareas con un judío, ni quiere estar sentado junto a un marroquí o gitano. Y me pregunto: ¿Les han enseñado en la escuela que son racismo, antisemitismo y xenofobia? ¿Les han enseñado a respetar al diferente, al extranjero, al foráneo, al otro en definitiva?
Visto el resultado de la encuesta parecería que a los alumnos españoles no les han enseñado a conocerse, a compartir distintas culturas, a respetar la diferencia y en definitiva a dialogar, hablar y comunicarse.
El diálogo es tratar de ponerse en la piel del otro, sopesar sus razones, motivaciones y expectativas con mucho respeto y humildad. Cada cual tiene su visión, su cultura, sus creencias y por eso mismo cada cual debe estar dispuesto a ceder para encontrar un punto de equilibrio. Las religiones son cuerpos doctrinarios que en definitiva tratan de establecer unas reglas básicas de convivencia mediante el respeto al otro.
No existe una religión mejor que otra: todas tienden a enseñarnos a no hacer al otro lo que no quieres que te hagan a ti. Son los seres humanos quienes las han tergiversado y hecho un uso distinto a su fin.
La Conferencia Mundial para el Diálogo no depende de las sesiones y declaraciones finales rimbombantes, sino que depende de la voluntad de nuestros políticos, de los programas de educación de los escolares de todo el mundo.
Dalia Levinsohn
Secretaria General de la FCJE