Era una tarde, algo ya oscura. Yo diría que deambulaba, sin rumbo, cuando tras pasar por las calles de les escoles de Criança, continué hacia la de Montesión, y a los pocos pasos me vi envuelto en una nostalgia, observando que, donde me encontraba, era en el carrer de les Llums. El sentimiento que sentí fue tal, que no me resistí a comprobar en mi agenda particular en qué día estábamos, era 24, que siendo al anochecer, ya era el día 25.
Mi imaginación voló, que bonito día este día 25, mis ojos se elevaron hacia los edificios colindantes y recordé a los que en una época vivieron allí, no observé lo que mis ojos querían ver, echaba de menos “esas luces”, las que alumbran la oscuridad de la noche, las tinieblas, las que sencillas y casi humildes reflejan el fenómeno de la supervivencia que deja estupefactos a muchos y grandes historiadores.
Pero, el tiempo me apremiaba y sin dejar de pensar en la felicidad que me había dado constatar que era esa fecha, es decir el 25, mis pasos me llevaron a otras zonas y pude comprobar como, en algunas ventanas, se veían las luces que yo había buscado anteriormente. Dejé la nostalgia para disfrutar del presente pues era “La fiesta de las Luces”, “la fiesta de hanucá”, es decir, el bonito día 25 del mes Kislev en el calendario judío y comprobé como Palma recupera su legado de convivencia.
Ese día que representa que por más alejado que se encuentre uno de su religión, siempre permanecerá aquella chispa pura, un foco que debe volver a iluminar y me vino a la memoria Rabí Nachman de Breslau:
La veritat és la llum (La verdad es la luz)
amb la qual podrás trobar ( con la que podrás encontrar)
el teu cami enmig de la foscor (tu camino en medio de la oscuridad)
Encén-la. (enciéndela)
Sección semanal de Abraham Barchilon, miembro de la Comisión Permanente de la Federación de Comunidades Judías de España, en Radio Ona Mallorca