25 mar 2012

Dos presidentes:¿anacrónicos? por Abraham Barchilon

Pese al tiempo pasado desde que se promulgó el Estatuto de Autonomía de nuestra Comunidad y dado el contexto en el que vivimos, donde las noticias, ya sean políticas, económicas o sociales, llenan de un cierto desasosiego a la mayoría de la población, días pasados asistí con ilusión a los actos conmemorativos del Día de les Illes Balears,
en su 29 edición.

Por ello, que se celebren unos actos en los que se conmemore algo que eleva al máximo nivel posible el reconocimiento de la diversidad dentro de la generalidad, tiene un doble sentido para alguien que, como el que escribe estas líneas, en el ámbito religioso es parte de esa diversidad por su pertenencia a la religión Judía, dentro de un país con mayoría Católica.

Y debo confesar que me sentí verdaderamente como un extraterrestre en la tierra, después de haber contribuido, muy modestamente eso sí, en la democratización de nuestro país, participando activamente en la política desde la UCD, un país el que además de la Transición, la Constitución fue el eje principal de esa transformación.

Desde el punto de vista de la diversidad de la población, debe tener también categoría de igual encuadre normativo la ley de Libertad Religiosa y los acuerdos entre el Estado y las religiones denominadas “de arraigo”. En este sentido, pude oír como, ya sea el espíritu o el lenguaje, no habían variado en algunos de los más altos representantes que tenemos la ciudadanía.

Tanto el Honorable President del Govern como el del Parlament Balear, en su salutación al comienzo de sus respectivos actos, entre otros, dieron la bienvenida a las “autoridades eclesiásticas“, discriminando así a las demás e ignorando el principio Constitucional de que el Estado y sus administraciones son aconfesionales, por lo que ni la denominación de autoridades, ni la especificación de la religión eran procedentes.

Quizás la inspiración de esa salutación estaba dentro del contexto de la conmemoración del aniversario de la Constitución de 1812, denominada “La Pepa”, aunque el calificativo de liberal de la misma, si bien en muchos de sus aspectos era elogiable, no precisamente en el religioso, por la desafortunada redacción de su artículo 12.

Por ello, el trasladar en el tiempo, para ejemplarizarlo, actos de tiempos pasados, tiene unos efectos indeseables, como fue la alabanza que el President del Govern hizo de la labor de proselitismo y conversión que Ramón Llull hizo, lo que supuso un agresión, entonces, a los que profesaban las religiones musulmana o hebrea.

De todo ello debemos concluir que, o bien el vocabulario de ambos Presidentes ha quedado anticuado o bien, se trata de una consigna como la que llevó a su formación política a ni siquiera admitir en su último Congreso, como ponencia a trámite, su calificativo y, consecuentemente, fue ratificada su adscripción a la democracia cristiana, cuando a nivel europeo han adoptado la de Popular.

Espero que en próximas conmemoraciones se sea más consciente de la realidad y diversidad del pueblo balear al que representan y no desprecien, quizás, a algunos de los votantes a los que deben sus cargos.

Quisiera que estas líneas no se vieran sólo como una crítica sino como una llamada a la reflexión para nuestros gobernantes, con el fin de alcanzar una sociedad plena de igualdad y sin discriminaciones por ningún concepto.

 

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