¡Qué ganas tienen los pueblos de ir contra sus intereses! Eso es lo
que debió pensar esta semana el pobre Obama, tan sólo unos días después
de que su embajadora en Egipto apoyara la legitimidad del gobierno de
Mohamed Morsi y los Hermanos Musulmanes, a los que ya había suministrado
grandes sumas de ayuda monetaria y militar. Algo parecido a la cara que
se le pondría cuando hace apenas dos semanas (¿se acuerdan?) el mundo
sólo hablaba de la rebelión turca y el autoritarismo del amigo Erdogan.
¿Qué le pasa a esos pueblos que se levantan contra los que han
elegido democráticamente, algunos de ellos, por primera vez en su
historia? ¿Hay alguna incompatibilidad intrínseca entre los pueblos y el
gobierno de los pueblos, alias democracia? Sólo la aparente. Es decir,
esto sucede cuando la democracia se limita a una pantomima de poner un
papelito en la urna: allí tenemos los casos de Irán (país donde uno
puede elegir sólo entre los que previamente seleccionó el Líder Supremo)
o Venezuela (Dios los cría y ellos se juntan). O, en otro orden pero en
definitiva también, aquellos que aprovechan las mayorías absolutas para
hacerse con el control absoluto, incluido rescribir sus constituciones.
O, por qué no, aquellos en los que una vez obtenido el poder no hace
falta cumplir
ninguna promesa electoral.
¿Quiénes ganan en el río revuelto de la indignación? Los que pescan
“al arrastre”, esquilmando los fondos de los derechos humanos para
presentarse como salvadores y única vía de salida. Los apocalípticos,
los que cierran el campo de visión de la sociedad para focalizarlo en
chivos expiatorios, los que esgrimen como mejor baza su inadaptación a
regímenes anteriores. Cuentan con el miedo como mejor credencial, con la
soberbia como mejor arma de violación colectiva y son aliados del
desconcierto.
No es un problema exclusivo de Oriente Próximo, aunque son sus
pueblos los protagonistas más destacados de estos meses. No todos, por
supuesto. Ahí está, mal que le pese a muchos, la única democracia
verdadera y garantista, aguantando en unas condiciones de guerra
continua desde su nacimiento. Condiciones que hubieran tentado a otras
formas de gobierno hasta al más pintado de los defensores de la
soberanía popular.
Y eso con las democracias: ¿pero qué hacemos entonces cuando se
enfrentan dos bandos antidemocráticos de un mismo pueblo? Gentes
masacrándose a sí mismas, con el objetivo de algún día poder masacrar a
los demás (Yihad Islámica) o defender el derecho a seguir haciéndolo
(desde la dictadura de Al Assad).
Aquellos que hace escasos dos años acuñaron lo dela PrimaveraÁrabe
seguramente ya están convencidos que no les caerá un Pullitzer por tan
esperanzadora expresión. Tendrían que haber hecho como Obama y su Nobel
dela Paz: cobrar por adelantado.
Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad - Este texto es la editorial semanal correspondiente al viernes 5 de julio
Pulse aquí para acceder a la programación semanal completa del 1 al 7 de julio y a los enlaces de Radio Sefarad
Shalom - El prisma de los valores
-
En una época en la que se habla de libertad y donde parece que no existen
límites para que vivamos sin restricciones, existe la paradoja de que todos
deb...
Hace 1 día